16.9.09

Informe mensual del Centro de Estudiantes de Lenguas – nº 28

Editorial

Dedicado a l@s compañer@s del mba (Movimiento de Base de Agronomía), quienes cumplieron sus 38 añitos de organización defendiendo la vida campesina y luchando por nuestra soberanía alimentaria.

En cada rincón, texto y palabra de nuestra publicación mensual va impregnado el deseo de servir como “medio” para que la información circule entre nuestr@s cumpas. “Medio” que propone disputar sentidos ante la inmensa maquinaria de producción y reproducción de ideas perteneciente a los sectores más poderosos de nuestra sociedad. En estos meses, cuando la discusión sobre una nueva ley de radiodifusión está en boga, vemos la necesidad de revitalizar la concepción de fondo sobre la mediatización.

Es imperativo, a nuestro entender, reconocer el hecho de que, en este momento histórico, son los medios masivos de comunicación quienes protagonizan nuestra constante socialización con el mundo. Leemos, vemos, construimos mapas, hacemos relaciones (en fin, entendemos la realidad) en gran medida a partir de los medios de comunicación. Esto significa que cada medio de comunicación posee un rol pedagógico, en tanto brinda elementos para establecer y modificar la dialéctica entre cada individuo con su comunidad. Ese rol, por más que no es entendido pedagógicamente por quienes manejan los grandes circuitos de la comunicación, comprende un proceso sistemático, estudiado y diseñado para influir sobre las conductas y la dinámica social. Esto es, que su incidencia -consciente o inconscientemente- es orientada hacia la modificación de lo que se piensa, se dice y se hace.

Sobrados casos podemos mencionar en tanto cuán poderosa es esta maquinaria, cuán legítimada está su palabra frente a otras y cuán “fácilmente” puede manipular la información que se difunde. Temas tales como la inseguridad, las distintas enfermedades del siglo XXI o la pobreza son ejemplos de cómo se instalan temas en la agenda pública y, de ese modo, se promueven sensaciones de caos, paranoia y de –principalmente- miedo.

El rol que deben adquirir los medios de comunicación social debe responder a la necesidad y el derecho de informarse de la población. La cuestión aquí es poder democratizar lo suficientemente el “poder de informar” para evitar la univocidad. Nuestra meta estará siempre en impedir que el bien social de la información sea usado con fines mercantiles y en buscar la forma en la cual las mayorías desfavorecidas y oprimidas puedan ser, pensar y decir su voz.