14.11.09

Desnaturalizar lo naturalizado

Del mismo modo en que un lingüista debe analizar el contexto de producción en el cual se enmarcan los discursos, necesitamos considerar, aquí, en qué proceso socio-histórico se inscribe este avasallamiento sobre nuestro Centro de Estudiantes y las implicancias que ello conlleva.

Hace ya casi un siglo, las ideas conservadoras que imponían el autoritarismo docente por sobre el claustro estudiantil eran derrumbados por la fuerza de jóvenes universitari@s que iniciaron un movimiento emancipador en la educación por todo el continente, el cual tuvo sus inicios en la Reforma del `18. Jóvenes de esta universidad y de muchas más universidades del país y de Nuestra América han sido quienes llevaron como bandera la participación estudiantil y la posibilidad de organizarse para transformar el mundo. Eso les costó a vari@s miles de compañer@s, en tiempos de dictadura, el secuestro, la tortura y hasta la desaparición física. La posibilidad de cambiar lógicas retrógradas por parte de la juventud siempre ha sido un temor para quienes manejan el poder y, en ese sentido, tanto autoridades como docentes en general han actuado para controlar y restringir al máximo nuestra capacidad de intervenir en la realidad.

El hecho de poder organizarse en un Centro de Estudiantes y gestionar una fotocopiadora como modo de financiar su funcionamiento no es casual ni ha sido siempre así, sino que fue producto de la lucha gremial estudiantil durante muchos años. En otras palabras, much@s compañer@s –que ni siquiera conocimos- destinaron su tiempo, mente, sangre y esfuerzo para lograr una fuente de recursos legal y legítima para los Centros de Estudiantes (espacios que pertenecen a tod@s l@s estudiantes). Tampoco es casual, ni mucho menos, que haya bancadas estudiantiles en los órganos de decisión de nuestras universidades (Consejos Consultivos, Directivos y Superiores) o l@s mism@s estudiantes tengamos voz y voto en mecanismos de selección y evaluación docente; por mencionar algunos logros que tuvo el movimiento estudiantil. Nada es como es por alguna divina razón o porque sí. El hecho de lograr autofinanciarnos como Centro de Estudiantes de Lenguas es un avance que la comunidad de nuestra Facultad hizo al propender al ejercicio democrático de organizarse como gremio.

Ir en contra de ese avance significa violar principios básicos como la autonomía de dicho gremio, en tanto y en cuanto pueda tomar decisiones y tener prácticas que defiendan los derechos estudiantiles independientemente de recibir fondos de la gestión de la Facultad. L@s estudiantes hemos tenido la oportunidad de autofinanciarnos como gremio por medio de la venta de apuntes a bajo costo, cuya recaudación volvía a l@s estudiantes mediante diversas actividades de índole académica, deportiva, gremial y cultural. Hoy, ese derecho de expresarnos, de comunicarnos, de encontrarnos –en sí, de organizarnos para transformar la realidad- se ve vulnerado por una decisión no comúnmente vista entre autoridades que dicen representar el progresismo, construir con l@s estudiantes y defender los Derechos Humanos.