Las inequidades que se incrementan día a día en Nuestra América y en el mundo, no son azarosas ni casuales. No es que “no hay responsables”. Ni siquiera se puede sostener la idea de que hay quienes ostentan privilegios sólo porque hicieron una diferencia económica por ser adict@s al trabajo o porque “la pegaron” en un negocito, mientras otr@s revuelven basura por perezos@s o tienen la mala suerte de no acudir a la ventanilla correcta al momento de buscar trabajo. Hay ric@s porque hay pobres y hay pobres porque hay ric@s. No hay una democratización de los bienes ni de las posibilidades. El capital tiende a acumularse, cada vez más, en menos manos.
Un chileno que encabezó una lucha contra esas injusticias fue Salvador Allende, hombre íntegro, con una inteligencia precisa e incisiva como el bisturí que aprendió a manipular en su formación médica. Su mérito mayor fue el de ser capaz de contener a fuerzas políticas que, disímiles, pretendían erradicar el Capitalismo de estas tierras. Espontáneo él. Dicen que en 1970, minutos después de informarse de los espectaculares resultados que lo ponían como Presidente de Chile, hizo cerrar las puertas y cortinas de su despacho y bailó solo una cueca, ante la sola presencia de un compañero asistente. Se permitió bailar pero sabía que
Durante 3 años, fue un delegado que luchó incansablemente acompañando los procesos de las masas chilenas, que hasta el ´70 estaban sumergidas en la pobreza. El 11 de septiembre de 1973, fuerzas pinochetistas, instadas y apoyadas por
Como homenaje a este prócer latinoamericano de la libertad y a la dura lucha llevada adelante por el pueblo chileno, va nuestro compromiso de continuar esa lucha por justicia e igualdad.